«El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico.» Charles Dickens
Kent, Inglaterra, finales del siglo XIX. El huérfano Pip vive una existencia humilde con su hermana y su cuñado, a quien ayuda en su taller de herrería. Cuando la rica señorita Havisham requiere a Pip como acompañante de ella y de su bella hija, el joven se dará cuenta de las penurias de su clase social y deseará cada vez con más fuerza subir posiciones en el escalafón social. Pip recibirá entonces la visita de un abogado de Londres, quien le informará de que un benefactor anónimo le quiere convertir en un caballero. Sin embargo, Pip descubrirá que el valor de la amistad y de la moral no se puede comprar con dinero.
El invierno siempre me ha parecido una época de lo más Dickensiana. Quizá por lo que me marcó en su día Cuento de Navidad, quién sabe. El caso es que cuando vi en la cuenta de Twitter de Sergio ellibropensador que planeaba realizar una lectura conjunta de este clásico, no me lo pensé dos veces. ¡Qué mejor que disfrutarlo en compañía!
Lo primero que llamó mi atención fue el magnífico prólogo de Andrés Trapiello. Sí, soy de esas lectoras que consideran im-pres-cin-di-ble leer con calma cualquier introducción antes de entrar en materia.
Sobre la trama poco puedo comentar que no se haya dicho ya, teniendo en cuenta que se trata de una novela de 1860 (no se habrán escrito reseñas desde entonces ni ná)
Mi personaje favorito de la historia es la señorita Havisham. No he visto ninguna de las adaptaciones al cine, pero buscando información en internet me he encontrado con una de Helena Bonham Carter, y lo cierto es que esta mujer me pareció desde el principio muy "timburtoniana", viviendo en esa mansión fantasma, con su viejo vestido de novia...
Lo cierto es que se me ha hecho una lectura muy amena, a pesar de que algún capítulo se me hizo eterno. Me ha dado muchísima pena el pobre Pip a medida que avanzaba su historia, con sus grandes expectativas que se esfumaban poco a poco. Sin embargo, aparte de los pasajes en casa de las señorita Havisham, los últimos capítulos han sido mis favoritos. ¡Vaya final!